La segunda parte del cuento de ciencia ficción sobre un chico que se encuentra una máquina del tiempo en la playa, mientras juega en la arena con su palita.
Para chicas y chicos de 5 años en adelante.
(ilustraciones: Nachito)
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¿Matías vio... el Hindenburg? |
De repente hizo aparecer el número dos-uno-cinco-cero. La playa apareció llena de personas que no tenían ninguna ropa, pero que estaban todos embadurnados con un bronceador plateado. El sol estaba fuertísimo; tanto, que Matías no se animaba ni a asomar una mano fuera de la sombrilla. Por el cielo pasaban volando muchísimos autos voladores buenísimos.
Al final se aburrió de su cajita mágica, así que la dejó a un costado y se propuso seguir haciendo pozos en la arena, a ver si aparecía alguna otra cosa. Pero no encontró ni el baldecito ni la palita. ¿Adónde estarían? Miró alrededor, pero lo único que había era mucha gente desnuda y plateada. Se acordó de que los había dejado al sol, fuera de la sombrilla; entonces era seguro que habían desaparecido con todo lo demás que había en la playa.
Tenía que hacerlos volver. Capaz que si en la cajita ponía el mismo número que había al principio, su balde y su palita aparecerían justo donde los había dejado. Pero… ¿qué número era ese? No se lo acordaba.
Autos voladores del futuro. |
Agarró de vuelta la cajita y empezó a mover la perilla, hasta que por fin apareció el número que decía la revista. El remolino dejó todo como estaba al principio. Matías vio contentísimo que su balde y su palita estaban otra vez allí.
–Matu, ¿qué es eso que agarraste? ¡Tirá esa porquería, querés! –dijo la mamá saliendo de abajo de la revista, al ver la cajita oxidada que su hijo había encontrado.
–Sí, Ma –contestó Matu, y se puso a cavar un pozo bien hondo para esconder la cajita mágica. No quería que nadie se pusiera a jugar con ella, a ver si todavía le hacían desaparecer de nuevo su balde y su palita.