2010-04-06

El Hobbit, una novela para grandes chicos

Me regalaron “El Hobbit” cuando yo todavía era muy joven (y vago) como para leer novelas, así que el libro pasó mucho tiempo durmiendo en mi biblioteca hasta el día en que decidí encarar su lectura, siendo yo ya un adolescente. La historia del Hobbit me atrapó desde la primera página, dejándome hambriento para luego encarar la lectura de la trilogía de “El Señor de los Anillos”. Tal vez si lo hubiese leído a más temprana edad, habría pasado por alto los muchos matices que otorgan a esta novela su gran calidad.



El escritor C. S. Lewis expresó esta misma idea con más precisión en la crítica que escribió sobre El Hobbit en 1937: “Debe tenerse en cuenta que éste es un libro para niños en el sentido de que la primera de muchas lecturas puede hacerse en la escuela. Los niños leen con gravedad Alicia, y los adultos lo leen entre risas; El hobbit, en cambio, resultará muy gracioso a los lectores más pequeños, y sólo años más tarde, a una décima o vigésima lectura, empezarán a darse cuenta del diestro conocimiento y la profunda reflexión que fueron necesarios para que todo en él pareciera tan maduro, tan amistoso y, a su modo, tan veraz”.

El tema principal de la historia es la evolución y maduración del hobbit que la protagoniza, Bilbo Bolsón. Como todos los hobbits, Bilbo adora la vida relajada y tranquila con sus pequeños placeres cotidianos. Hasta que el mago Gandalf llega a su morada, acompañado de un grupo de enanos, para complicarle la vida y embarcarlo en una aventura que lo convertirá en leyenda para sus pares.


La escritura de El Hobbit se inició cuando su autor J. R. R. Tolkien garabateó distraídamente en un papel el siguiente texto: “En un agujero en el suelo vivía un hobbit”. Luego de ese puntapié inicial, y antes de la escritura del texto, Tolkien dedicó algún tiempo a elaborar el mapa de Thrór, lugar en donde se desarrolla la mayor parte de la novela. Una vez comenzada la escritura de la obra, y a medida que los capítulos iban cobrando forma, el autor se los iba leyendo a sus hijos, quienes hacían las veces de inocentes críticos literarios.


En lo personal, lo que más me atrapó de la lectura de El Hobbit fueron las descripciones de los ambientes en donde se lleva a cabo la acción. La maestría de Tolkien es capaz de crear en la mente del lector escenarios que no escatiman ningún detalle. Al leer las páginas de sus libros, uno prácticamente puede ver los bosques, las montañas, las praderas y las cuevas en donde habitan o por donde transitan los personajes. Es por eso que, en mi opinión -y sin desmerecer el talento y la labor de un cineasta como Peter Jackson-, la tarea de llevar las historias de Tolkien a la pantalla grande no es algo tan difícil, puesto que, luego de leer las páginas, los escenarios quedan nítidamente plasmados en la mente del lector. Es una alegría que finalmente esté comenzando el rodaje de la película “The Hobbit”; seguramente, luego de verla, quienes aún se resisten a ver “El Señor de los Anillos” dejarán atrás su obstinación e irán a comprar el DVD.




 
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