Es una pena que la mayoría de los chicos en edad escolar odien las matemáticas, simplemente por que les resultan muy complicadas. Por suerte, hay formas de hacer más atractivo el aprendizaje de esta materia.
A mí también me costaba muchísimo entender las matemáticas cuando iba a la escuela, y recién después de convivir con ellas durante todos mis años de universidad, fue que logré captar la belleza de los números (si hasta llegué a escribir el cuento
“Melancolías matemáticas”, en el que expreso mi particular relación con esta ciencia; pueden leerlo
aquí).
Pero cuando veo a mi hijo angustiándose por no poder entender cómo se hacen las divisiones entre números de dos o más cifras, es que me pregunto, ¿no habrá otra forma de enseñar matemáticas en el colegio, que no obligue a los chicos a memorizar tablas de multiplicar y aprenderse las “recetas” para hacer cuentas?
Tal vez para los chicos sería más fácil entender las matemáticas si los incitaran a investigar, a preguntarse por qué –por ejemplo– el número que está en la hilera de las unidades le tiene que “pedir uno” al que está en las decenas.
Se me ocurrió que una buena forma de ayudar a los chicos a asimilar los conceptos matemáticos sería a través de cuentos. Lamentablemente no tengo la suficiente inventiva como para idear un cuento que, además de entretener, enseñe matemáticas. Supuse que alguien más lo habría hecho, pero no pude encontrar un libro de cuentos con contenidos matemáticos que fuera más allá de los conceptos básicos, como por ejemplo, los de clasificación.