En algunos países, la expresión “cuento chino” hace referencia a una historia falsa, cuyo único propósito es engañar a quien la escucha o la lee. Lo cual es una lástima, por que la literatura china, a lo largo de sus más de 3.000 años de historia, ha dado origen a gran cantidad de cuentos (muchos más que las tradiciones populares europeas) cuyos propósitos están muy alejados de cualquier intento de engaño. A continuación, una antología de cuentos chinos cortos.
La creación del hombre (primera versión) Cuando se separaron el cielo de la tierra, todavía no existía el hombre. La diosa Un-Kua modeló al hombre con tierra amarilla. Modeló algunos hombres y como la tarea era muy pesada, se cansó y decidió tomar un trozo de cuerda y embeberlo en barro. Luego, elevaba la cuerda y de ella caían gotas de barro.
Dice la leyenda que de los primeros hombres modelados por Un-Kua, nacieron los ricos y poderosos, y de los que se formaron a partir de las gotas de barro que caían de la cuerda, salieron los pobres y humildes.
La creación del hombre (segunda versión) Una vez que el cielo y la tierra fueron creados y las plantas y animales se desarrollaron, Phan-Ku (el creador) estaba insatisfecho, pues no existía ningún ser con capacidad de razonar. Entonces, Phan-Ku modeló al hombre y a la mujer en arcilla. Este trabajo le llevó todo un día. Al secarse se impregnaron del Ying y el Yang, y de este modo se convirtieron en seres humanos.
Phan-Ku realizó una gran cantidad de modelos de arcilla, pero cuando se estaban secando al sol, aparecieron nubes de tormenta y temiendo que se estropeara su trabajo, decidió trasladar los modelos de arcilla bajo resguardo con una pala de hierro.
Phan-Ku se apuró, pero la tormenta se desató antes que terminara el traslado y algunas de las figuras de arcilla se dañaron. Así explican la aparición de personas defectuosas y minusválidas.
Cuentos chinos cortos sobre las leyes que rigen a los astros
Otro interesante grupo de cuentos chinos cortos hace referencia a las leyes que rigen a los cuerpos celestes:El sol En lo alto del cielo hay un agujero por donde se cuela la luz. A su vez, hay diez soles que se turnan para aparecer en el cielo. Ellos se trasladan en un carruaje tirado por dragones conducido por su madre. Temprano por la mañana, el sol de turno emerge desde el valle de la luz y es bañado por su madre en el lago situado en el extremo Este de la tierra. Cerca del lago hay un árbol enorme de moras.
Recién bañados, los soles se trepan al árbol. Mientras nueve soles se quedan en las ramas, el décimo sol trepa hacia lo alto del árbol y allí asciende al carruaje y cruza el cielo hasta el monte Yen-Tzu en el oeste lejano, donde los dragones son liberados. En el Oeste también hay un árbol llamado Jo por donde desciende el sol.
La Luna Cuenta la leyenda que había doce lunas que refieren a los doce meses lunares. Ellas viajaban por el cielo en un carruaje después de bañarse en un lago situado en el oeste. La luna estaba hecha de agua y habitada por una liebre y un escuerzo. Un hermoso espejo muestra la imagen de una liebre preparando el elixir de la inmortalidad que debía tomar Heng-O, la diosa de la luna, para convertirse en un escuerzo inmortal a los pies de un árbol de Acacia que también estaba en la luna.
Las Estrellas Esta leyenda está basada en dos grupos de estrellas de las constelaciones de Aguila y Lyra, ubicadas a ambos lados de la Vía Láctea, o río celestial. Uno de estos grupos representa al pastor de vacas y el otro a la joven tejedora.
El pastor de vacas y la tejedora estaban casados y vivían solamente dedicados a tributarse amor mutuo desatendiendo sus obligaciones.
Hasta que un día fueron obligados a hacerse cargo de su tareas habituales. A la joven tejedora sólo se le permitía encontrarse con su marido el día siete del mes siete, donde podía cruzar la Vía Láctea a través de un puente de urracas.
Si llovía, los pájaros buscaban refugio en los árboles, el puente no se formaba y la joven tejedora debía esperar hasta el próximo año para encontrarse con su marido.
No cabe duda de que a los cuentistas chinos les sobra la imaginación...
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