Lo bueno de los microcuentos es que los podemos contar completitos antes de que el sueño nos domine y nuestras palabras comiencen a derrapar hasta transformarse en un irregular ronquido.
En mi búsqueda de microcuentos para contarle por las noches a los pequeños cuenteretes (que en esta época están de vacaciones y se van a dormir bien pasada la medianoche, los muy atorrantes), me topé con esta genial micro-versión de “La tortuga y la liebre”:
Fernando Niembro no lo podía creer: “Mariano, estamos siendo testigos de un hecho histórico, la garra, la experiencia, la inteligentísima estrategia y la disciplina táctica de la tortuga, han conseguido lo que a priori parecía impensable”.

El conejo apagó la radio y saltando de alegría se dirigió al hipódromo. La tortuga pagaba 25 a 1, tenía que compartir la mitad con su prima, pero igual era una fortuna.
Es-pec-ta-cu-lar.
(Quienes no sepan quiénes son Fernando Niembro y Mariano Closs, usen los links correspondientes para averiguarlo).
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