Esta fábula muestra que hasta los más poderosos necesitan de vez en cuando de la ayuda de un amigo pequeño. Para los perezosos que reniegan de la lectura, abajo hay un video con la narración (hecha por un auténtico cuentacuentos) de este sencillo pero genial cuento de Esopo.
Una tarde muy calurosa, un león dormitaba en una cueva fria y oscura. Estaba a punto de dormirse del todo cuando un ratón se puso a corretear sobre su hocico. Con un rugido iracundo, el león levantó su pata y aplastó al ratón contra el suelo.
–¿Cómo te atreves a despertarme? –gruñó–. Te voy a espachurrar.
–Oh, por favor, por favor, perdóname la vida –chilló el ratón atemorizado–. Prometo ayudarte algún día si me dejas marchar.
–¿Quieres tomarme el pelo? –dijo el león–. ¿Cómo podría un ratoncillo como tú ayudar a un león grande y fuerte como yo? –Se echó a reir con ganas. Se reía tanto que en un descuído deslizó su pata y el ratón escapó.