Desde que empecé a leer libros electrónicos (o mejor, e-books, para ahorrar letras) me percaté de la única cosa que un libro en papel puede hacer y un e-book no: ostentar el autógrafo de su autor. El hecho de estar autografiado hace que el ejemplar del libro se convierta en único y obtenga un valor que no tienen los demás ejemplares, aunque sean idénticos.
Yo había pensado que para autografiar un e-book, el autor podía firmar con un marcador la pantallita del aparato lector de e-books (mejor denominado e-reader), pero eso tiene un problema: la firma del autor después aparece en libros de otros escritores; además, el hecho de que la firma esté siempre presente sobre la pantalla puede dificultar la lectura de los e-books.
Pero para mi alegría, hace poco me enteré de una noticia según la cual los e-books también podrían auografiarse. Resulta que la compañía Apple –la inventora de los iPhones, iPads y todas esas cosas– presento en la oficina de patentes de Estados Unidos un proyecto para poder realizar autógrafos originales en los e-books. La patente describe un e-book cualquiera con capacidad para escribir un autógrafo en él, y varias posibilidades para traspasarlo a otro dispositivo. Esto podría ser mediante Bluetooth en, por ejemplo, una firma de libros, donde el autor esté cerca del comprador, o mediante el uso de datos o una red wi-fi si no se encuentran cerca. Esta firma, en el caso de que el autor no se encuentre cerca del cliente, se quedaría guardada en la nube, con las credenciales que asegurarían la originalidad de la firma y luego se descargaría en el dispositivo del usuario.
Al analizar un poco mejor la noticia, mi alegría desapareció. Por que el sistema (según lo descripto) permitiría que el autor firme un ejemplar sin saber a quién se lo dará. El autor y el lector bien podrían no verse las caras jamás. Además, cualquiera podría obtener una copia del ejemplar firmado. Y el tema de la firma no es sólo tener el libro firmado; es la dedicatoria, y la sonrisa del autor cuando te devuelve el libro firmado, y el poder decirle “gracias”, no sólo por haberte regalado su autógrafo, sino por haber escrito una obra maravillosa.
Así que, señores tecnólogos, esfuércense un poco más. Piensen en cómo transmitir esos sentimientos entre autor y lector por una conexión “bluetooth” o “wi-fi” o lo que sea, y después hablamos.
Yo había pensado que para autografiar un e-book, el autor podía firmar con un marcador la pantallita del aparato lector de e-books (mejor denominado e-reader), pero eso tiene un problema: la firma del autor después aparece en libros de otros escritores; además, el hecho de que la firma esté siempre presente sobre la pantalla puede dificultar la lectura de los e-books.
Pero para mi alegría, hace poco me enteré de una noticia según la cual los e-books también podrían auografiarse. Resulta que la compañía Apple –la inventora de los iPhones, iPads y todas esas cosas– presento en la oficina de patentes de Estados Unidos un proyecto para poder realizar autógrafos originales en los e-books. La patente describe un e-book cualquiera con capacidad para escribir un autógrafo en él, y varias posibilidades para traspasarlo a otro dispositivo. Esto podría ser mediante Bluetooth en, por ejemplo, una firma de libros, donde el autor esté cerca del comprador, o mediante el uso de datos o una red wi-fi si no se encuentran cerca. Esta firma, en el caso de que el autor no se encuentre cerca del cliente, se quedaría guardada en la nube, con las credenciales que asegurarían la originalidad de la firma y luego se descargaría en el dispositivo del usuario.
Al analizar un poco mejor la noticia, mi alegría desapareció. Por que el sistema (según lo descripto) permitiría que el autor firme un ejemplar sin saber a quién se lo dará. El autor y el lector bien podrían no verse las caras jamás. Además, cualquiera podría obtener una copia del ejemplar firmado. Y el tema de la firma no es sólo tener el libro firmado; es la dedicatoria, y la sonrisa del autor cuando te devuelve el libro firmado, y el poder decirle “gracias”, no sólo por haberte regalado su autógrafo, sino por haber escrito una obra maravillosa.
Así que, señores tecnólogos, esfuércense un poco más. Piensen en cómo transmitir esos sentimientos entre autor y lector por una conexión “bluetooth” o “wi-fi” o lo que sea, y después hablamos.