En varias ocasiones hemos imaginado cómo sería la vida de los personajes de los cuentos clásicos si vivieran en nuestro tiempo. Disney lo ha hecho en su película Encantada, y en este blog hemos imaginado cómo habrían sido las aventuras de Caperucita si esta niña hubiese querido charlar con su abuela por chat en lugar de ir a visitarla. Tal como lo contamos en esa ocasión, en la sala de chat se habría topado con un lobo-abusador que la habría engañado haciéndole creer que su abuela la esperaba en una sala privada de chat.
En esta ocasión, se nos dio por imaginar cómo podría ser la vida de la madrastra de Blancanieves en el mundo actual.
Claramente la madrastra de Blancanieves es una mujer insegura, posiblemente con problemas de autoestima, por lo que constantemente debe chequear con el espejo si su belleza sigue intacta. ¿Qué haría una mujer así en nuestros tiempos? Sin lugar a dudas, concurriría frecuentemente a ver a un psicólogo a quien contarle sus problemas.
A continuación, el relato de la que bien podría ser una sesión de la madrastra con su sufrido psicólogo:
La madrastra de Blancanieves está en su sesión semanal de terapia psicológica. Se la ve notablemente alterada.
Psicólogo: Dígame, Su Majestad, ¿qué le anda pasando?
Madrastra: Me pasó algo terrible, doctor. Estaba hablando con mi espejo mágico, y le pregunté, como siempre, quién era la dama más bonita de reino. Y el espejo, que…
Psicólogo: Perdóneme que la interrumpa, Su Majestad, pero… ¿usted habla con el espejo?
Madrastra: Sí, siempre lo hago. Siempre lo hice. Generalmente le hago preguntas y él me contesta.
Psicólogo: Está bien, continúe, por favor, y discúlpeme la interrupción.
Madrastra: No hay cuidado. Como le iba diciendo, le pregunté al espejo quién era la dama más bonita del reino. Y el espejo, hasta hace poco, siempre me decía que era yo. Pero ayer… (sollozos) por primera vez me dijo otra cosa. Me dijo que la más bonita del reino era…
Psicólogo: ¿quién?
Madrastra: ¡Blancanieves! Esa perra arrastrada. ¿Cómo se le ocurre? Casi tiro el espejo por la ventana.
Psicólogo: ¿qué sintió usted cuando el espejo le dijo que Blancanieves era la más bonita?
Madrastra: sentí un odio feroz. Sentí la necesidad de matar a esa chiruza de piel blanca como la nieve, labios rojos como la sangre y pelo negro como el ébano, para volver a ser yo la más bonita.
Psicólogo: Discúlpeme el atrevimiento, Su Majestad, pero ¿no le parece que esa furia puede ser fruto de su propia inseguridad? ¿Por qué tiene usted la necesidad de que el espejo le reafirme, día tras día, que usted es la más bonita del reino? Quizás Blancanieves no tiene nada que ver con esto. Tal vez lo que usted cree que dice el espejo es simplemente su miedo reprimido que aflora de una manera que usted no puede controlar, es decir, a través de una imagen en un espejo que, según lo que usted dice, cobra vida. Si me lo permite, Su Majestad, creo que usted está reprimiendo el temor de que el paso del tiempo le arrebate su belleza. Pero por más que lo reprima, ese miedo necesita surgir de alguna manera, y lo hace a través del odio, que usted canaliza hacia una persona inocente como Blancanieves. Debe aceptar su realidad. Debe centrarse en su belleza interior, la cual no se deteriora con el paso del tiempo. No importa que otra mujer sea más bonita físicamente, usted debe sonreír y cultivar la bondad, por que la belleza interior se manifiesta en sonrisas y en gestos afectuosos.
Madrastra: (llorando a mares) ¡Tiene toda la razón, doctor!
Psicólogo: ¿Y qué piensa hacer al respecto?
Madrastra: (recuperándose) No sé. Por lo pronto, voy a mandar a matar a esa atorranta, y usted déjese de decir idioteces, o lo mando matar también.
En esta ocasión, se nos dio por imaginar cómo podría ser la vida de la madrastra de Blancanieves en el mundo actual.
Claramente la madrastra de Blancanieves es una mujer insegura, posiblemente con problemas de autoestima, por lo que constantemente debe chequear con el espejo si su belleza sigue intacta. ¿Qué haría una mujer así en nuestros tiempos? Sin lugar a dudas, concurriría frecuentemente a ver a un psicólogo a quien contarle sus problemas.
A continuación, el relato de la que bien podría ser una sesión de la madrastra con su sufrido psicólogo:
La madrastra de Blancanieves está en su sesión semanal de terapia psicológica. Se la ve notablemente alterada.
Psicólogo: Dígame, Su Majestad, ¿qué le anda pasando?
Madrastra: Me pasó algo terrible, doctor. Estaba hablando con mi espejo mágico, y le pregunté, como siempre, quién era la dama más bonita de reino. Y el espejo, que…
Psicólogo: Perdóneme que la interrumpa, Su Majestad, pero… ¿usted habla con el espejo?
Madrastra: Sí, siempre lo hago. Siempre lo hice. Generalmente le hago preguntas y él me contesta.
Psicólogo: Está bien, continúe, por favor, y discúlpeme la interrupción.
Madrastra: No hay cuidado. Como le iba diciendo, le pregunté al espejo quién era la dama más bonita del reino. Y el espejo, hasta hace poco, siempre me decía que era yo. Pero ayer… (sollozos) por primera vez me dijo otra cosa. Me dijo que la más bonita del reino era…
Psicólogo: ¿quién?
Madrastra: ¡Blancanieves! Esa perra arrastrada. ¿Cómo se le ocurre? Casi tiro el espejo por la ventana.
Psicólogo: ¿qué sintió usted cuando el espejo le dijo que Blancanieves era la más bonita?
Madrastra: sentí un odio feroz. Sentí la necesidad de matar a esa chiruza de piel blanca como la nieve, labios rojos como la sangre y pelo negro como el ébano, para volver a ser yo la más bonita.
Psicólogo: Discúlpeme el atrevimiento, Su Majestad, pero ¿no le parece que esa furia puede ser fruto de su propia inseguridad? ¿Por qué tiene usted la necesidad de que el espejo le reafirme, día tras día, que usted es la más bonita del reino? Quizás Blancanieves no tiene nada que ver con esto. Tal vez lo que usted cree que dice el espejo es simplemente su miedo reprimido que aflora de una manera que usted no puede controlar, es decir, a través de una imagen en un espejo que, según lo que usted dice, cobra vida. Si me lo permite, Su Majestad, creo que usted está reprimiendo el temor de que el paso del tiempo le arrebate su belleza. Pero por más que lo reprima, ese miedo necesita surgir de alguna manera, y lo hace a través del odio, que usted canaliza hacia una persona inocente como Blancanieves. Debe aceptar su realidad. Debe centrarse en su belleza interior, la cual no se deteriora con el paso del tiempo. No importa que otra mujer sea más bonita físicamente, usted debe sonreír y cultivar la bondad, por que la belleza interior se manifiesta en sonrisas y en gestos afectuosos.
Madrastra: (llorando a mares) ¡Tiene toda la razón, doctor!
Psicólogo: ¿Y qué piensa hacer al respecto?
Madrastra: (recuperándose) No sé. Por lo pronto, voy a mandar a matar a esa atorranta, y usted déjese de decir idioteces, o lo mando matar también.