Estamos demasiado habituados a suponer que para creer algo, primero tenemos que verlo. Ese es el principal obstáculo que se interpone entre nosotros y la concreción de nuestros objetivos y nuestras metas. Para vencer ese obstáculo, debemos comenzar a invertir nuestro concepto de causa y efecto.
Cerré los ojos.
Pensé en un pollo al horno con papas.
Abrí los ojos y lo vi.
Estaba en una penumbra total (todavía no había salido el sol), pero lo vi.
Vi la asadera saliendo del horno, despidiendo volutas de humo que buscaban raudas el cielorraso. Vi la piel del pollo dorada y brillante, salpicada aquí y allá de orégano, perejil y ajo. Vi las papas con su interior blando y su corteza crocante.
Se me hizo agua la boca, y eso que no tenía hambre (o tal vez un poco). Pero al menos ya tenía resuelto el almuerzo.