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Por eso cambiamos nuestro banner por uno lleno de corazoncitos, ¡para expresar cuánto queremos a nuestros lectores!
Tomemos el ejemplo y hagamos algo bien cursi... colguemos un pasacalle en la entrada de su casa, cantemos su canción favorita desafinando con ganas y mandemos la grabación a la radio para que la transmitan (con dedicatoria, obviamente), mandémosle cartas perfumadas, flores y bombones a su trabajo... o lo que se nos ocurra. Total, en esta época, toda cursilería es perdonada.
Notas y cuentos anteriores de San Valentín:
Otra vez, la papa de San Valentín
San Valentín: el origen del día de los enamorados
La papa de San Valentín
El arcoiris de San Valentín