Un cuento inspirado en las creaciones de la artista plástica Camila Valdez, que representan comidas con personalidad.
Para niñas y niños de 5 años en adelante
Mmmmmm, qué delicia! -dijo Doña Medialuna, al ver esa mullida almohada, esas sábanas suaves y ese colchón esponjoso. Claro, estaba totalmente agotada después de tanto ser amasada, horneada y almibarada. Y sin más ni más, se metió en la cama y se puso a dormir.
Soñó con sus amigas y amigos de la pastelería. Con Donna Lila, esa regordeta a la que le gusta descansar reposando sus piernas sobre una oblea, y con don Helado, ese caballero siempre de punta en blanco, con su infaltable galera inclinada a un costado, que le pide permiso para poder acercarse a ver a la estrella... a Bombonita, ¿a quién sino? Todos quieren ver a Bombonita, esa bombona helada gigante, sentada con las piernas cruzadas, tan distraída que ni se dio cuenta de que algún goloso le mordió una esquinita.
Y siguió soñando Doña Medialuna, hasta que se despertó para darse cuenta de que se había quedado sola en la batea de la panadería, pues ya había pasado la hora del desayuno y casi todas las facturas habían partido. El pastelero, dándose cuenta de la desolación de la pobre medialuna, cariñosamente la decoró con una cobertura rosada que la hizo visible a la distancia. Y no tardó en aparecer quien quiso llevársela presuroso a la mesa de un finísimo brunch.
Para sorpresa de Doña Medialuna, cuando fue expuesta en la mesa, a su alrededor estaban todos los personajes de su sueño, recreando una escena que recordaba a la fiesta del té en Alicia en el País de las Maravillas.
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