Quienes hemos sido tímidos de niños (y en mayor o menor medida, seguimos siéndolo de adultos) sabemos que la timidez no se supera así nomás. Hace falta una ayudita o un empujoncito para lograrlo. Este cuento trata sobre Tobías, un niño tímido que con una ayuda inesperada pudo dejar atrás a su miedo por relacionarse y dejarse ver.
Recomendado para leerlo a niñas y niños de 6 años en adelante.
Tobías había terminado el jardín de infantes. Y este año comenzaba el colegio. Eso significaba muchas cosas. Significaba que las maestras ya no lo iban a tratar como a un nene chiquito. Significaba que iba a tener que aprender muchas cosas nuevas. Y además (lo más importante de todo) significaba que para llegar hasta su aula iba a tener que cruzar todo el patio. Todo, todo, todo ese gigantesco patio, lleno de chicos y chicas todos más grandes que Tobías, todos mirándolo pasar, dispuestos a reírse de él ante la menor provocación. De sólo pensarlo le daban unas terribles ganas de hacer pis. ¿Y si se hacía encima? ¡Horror! ¡Los grandes iban a tener un motivo más para reírse de él! ¡Y qué motivo!
El primer día de clases no fue problema. Su mamá estuvo a su lado casi todo el tiempo hasta el momento de entrar en el aula, y después, en los recreos, se mantuvo cerquita de esa aula que le servía de refugio. Pero al segundo día, su mamá ya no estaba para acompañarlo. Estaba él solo, frente a ese temible patio y a todos esos grandes esperando a que pasara caminando para ridiculizarlo de alguna manera.