2015-02-18

Mi abuelita tiene ruedas, de Silvia Molina

La premiada escritora mexicana Silvia Molina es la autora de este cuento en el que una niña expresa el gran cariño que le tiene a su abuelita Nina, con todo y su silla de ruedas.


Para niñas y niños de 5 años o más



Mi abuelita tiene ruedas, pero no es bicicleta, ni patineta, ni patín.

Es mi abuelita, ya lo dije. Se llama Dorotea, aunque sus nietos le digamos Nina, no sé por qué.

Cuando nací mis hermanos ya le decían Nina, y la gente que no es de la familia, Doña Doro.

Me gusta el nombre de mi Nina, Dorotea. Yo te adoro, mi Doro, Dorotea.

Me mira y le brillan los ojos. Y sé que está feliz porque se ríe.

–Yo conozco a una Doro–, dice. Y busca en su memoria, trata de recordar. Y es que a veces se le olvida que Doro es ella.

Es simápitica, mi Nina. Se le olvidan las cosas aunque se las acabe de recordar.


–Doña Doro eres tú, Nina.

–Vaya–, se acuerda, aunque al rato se le olvide.

La verdad, también quiero a mi abuelita por traviesa, por distinta a las abuelas que conozco y que son tres:

La primera es la de Rosa; gruñe como ogro y se llama Ramona.

Así dicen en casa de Rosa: “Gruñe como ogro”. Mi mamá dice que un ogro es un gigante enojón. ¿Será porque siempre está de mal humor?

¡Qué bueno que no sea mi abuela! Por que habría tenido que cantarle algo así: “Qué gruñona Doña Ramona. Qué haremos con una regañona tan gruñona como usted. Sea más mona Doña Ramona por favor”.

La segunda es la abuelita de Luis. Teje todo el tiempo frente a la televisión; y cuando él le habla, ella lo calla:

–¡Shhhh, niño, que ni te oigo ni me dejas ver!

No sé qué le ve a la televisión porque es sorda como una tapia. Así dicen en casa de Luis: “Sorda como una tapia”.

Dice mi mamá que tapia quiere decir pared. ¿Será porque no contesta?


La tercera es la Nina de Tere. Parece muda. No le sacan una palabra ni con tirabuzón. Así dicen en casa de Tere: "Ni con tirabuzón". Mi mamá dice que tirabuzón quiere decir sacacorchos. ¿Será porque aprieta la boca?

La abuela de Tere se llama Agapita.

Mi abuelita no es como ninguna de las tres. Es alegre, ya lo dije, y cariñosa.

A mi abuelita la adoptó mi mamá aunque parezca mentira porque, normalmente, una hija no adopta a sus papás.

Pues mi mamá especificó cuando la iba a traer con nosotros:

–Voy a adoptar a mi mamá. ¿Qué les parece? Ya no puede vivir sola.

Cuando mi mamá se desespera me manda llamar:

–A ver, María, si tú sabes qué quiere tu Nina.

Y si no le entiendo, la distraigo o le cambio la conversación, y se le olvida lo que quería.

–¿Qué quieres, Nina? –le pregunto.

–El papelito que se me perdió –contesta muy afligida.

–Voy por él, no me tardo.


Y regreso con un papel. No cualquiera. Le hago uno especial, con un dibujo. Cuando se lo doy, le explico:

–Mira Nina, aquí está un pajarito que vino a verte.

Y es que los pájaros, el helado de fresa y andar en coche es lo que más le gusta. Bueno también las flores.

Mi abuelita tiene ruedas porque no puede caminar. Le da miedo caerse.

–¿A dónde vas?

–A la escuela, Nina –le recuerdo y doy un beso.

Me voy contenta porque sé que me estará esperando. Cuando regrese y haga mi tarea, vamos a divertirnos otra vez.

Las personas cuando ya son muy grandes de edad, pueden tener problemas para recordar muchas cosas o personas, pero eso no significa que no nos quieran.




 
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