Plastilino, desconsolado |
Para niñas y niños de preescolar
Esa mañana, los nenes del jardín trabajaron con plastilina. ¡Qué lindas cosas hicieron! Estrellas, pelotas, animalitos, flores... Pero el mejor trabajo fue un muñeco al que no le faltaba nada de nada. Marcela le había pintado larguísimas pestañas, rulitos marrones, la boca rosada y un corazón rojo en el medio del pecho. De nombre, le puso Plastilino.
El muñeco se sintió muy pero muy feliz. Se divertía muchísimo viendo jugar a los nenes y escuchando los cuentos que leía la señorita.
La cosa empezó a andar mal cuando sonó la campana: ¡Tan tán, tan tán! Y todos, todos se fueron a sus casas, menos Plastilino.
¡Qué horror! Marcela lo dejó olvidado sobre un estante. Para colmo, ¡a oscuras!
El muñeco se sintió muy pero muy triste. Entonces, el pobrecito se largó a llorar. ¡Buaaa, buaaa, buaaa...!
Y cuando se le acabaron las lágrimas, comenzó a suspirar.
Y cuando se aburrió de echar aire, no encontró mejor cosa que ponerse a gritar como loco:
De pronto... ¡clic!, se prendió la luz.
Y abrazando a Plastilino, le dijo:
–Vamos, mi mamá te quiere conocer.
Escrito por Evel y Fausto Zuliani. Ilustrado por Cristina Otañi.
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