A los chicos de entre 2 y 4 años les encanta preguntar por qué. Esa hermosa curiosidad puede volverse agotadora, pero no hay que tratar de mitigarla; por el contrario, hay que fomentarla. Editorial unaLuna propone el libro No quiero ser una rana especialmente para chicos en edad de preguntar todo.
Una rana quiere ser algo más que una rana húmeda y pegajosa. Un gato, tal vez. O un conejo. ¿Quizás un búho? Pero cuando llega un lobo, un lobo hambriento que odia comer ranas, la rana protagonista de esta historia decide que tal vez no es tan malo seguir siendo lo que es.
No quiero ser una rana, de Dev Petty. Con ilustraciones de Mike Boldt diseñadas a toda página, este libro de gran formato publicado unaLuna está dirigido a los más chiquitos. La pequeña rana protagonista de este relato breve y sencillo protesta porque le hubiera gustado ser un gato, un conejo, un cerdo o un búho. Una rana mayor le explica con humor las razones de por qué no puede ser otro animal y debe aceptar ser quien es. Recomendado para chicos curiosos en edad de los por qué.
La edad de los por qué
Entre los 2 y los 4 años se desarrolla una etapa muy importante en los chicos: la edad de las preguntas o la edad de los “por qué”. En ese período los niños comienzan a conocer el mundo a través de la comunicación con el adulto, usando como herramienta el lenguaje. De ese modo, exploran dos cosas a la vez: por un lado, la potencialidad de la herramienta -que están construyendo, enriqueciendo y perfeccionando- y, por otro, las características del mundo que los rodea, gracias a la información que les brindan las respuestas obtenidas.Este período, que es variable en cada chico, tiene que ver con el desarrollo del pensamiento y es una señal de que los niños están creciendo normalmente y desarrollando su inteligencia. La curiosidad natural, que manifestaban en un principio mirando, llevándose objetos a la boca y manipulándolos, llega al terreno verbal. El niño organiza su mundo y busca comprenderlo y ordenarlo a través de preguntas con las que, además, obtiene un plus que para él significa mucho: la atención de sus padres.
En el tipo de preguntas que hacen los chicos se reflejan las características de su pensamiento, que a esta edad tiene mucho de “realismo mágico”, lo que los lleva a pensar que los objetos se comportan como seres vivos y que los seres vivos tienen poder sobre todo lo inanimado: “¿Mamá, por qué no podés hacer que pare de llover así salgo al patio?”, sería un ejemplo..
Más allá del agotamiento que puedan provocar, hay que asumir una actitud positiva frente a estas preguntas, que pueden referirse a temas tan sencillos como cuestiones cotidianas o temas complejos y trascendentes como el sentido de la vida, la muerte, la sexualidad, etc.
Devolver la pregunta es una buena técnica para los chicos muy “preguntones”. El “¿Y a vos qué te parece?” puede obligarlos a pensar, a plantear sus hipótesis y a animarse a no esperar que las respuestas lleguen siempre del afuera, sin tener que trabajar un poquito para obtenerlas.
En la medida en que van siendo más grandecitos, proponerles buscar la respuesta a su pregunta en un libro, un diccionario, en Internet o visitando un museo son opciones mucho más enriquecedoras que abren un panorama mucho más abarcador que la pregunta misma. Así, también se les están brindando herramientas a los chicos para que sepan adónde se puede recurrir cuando necesitan averiguar algo, para que, más adelante, puedan hacerlo solos.
Fuente: Planeta Mamá