El adictivo juego que invadió los teléfonos y tabletas de miles de personas en todo el mundo ofrecía atractivo suficiente para ser adaptado a la pantalla grande, por ello se convirtió en una película de animación orientada al público infantil.
Apta para todo público.
Hay materiales que se prestan más fácilmente a la adaptación que otros. No es el caso de un juego en el que una bandada de pájaros no voladores debe rescatar a sus huevos de las pezuñas de cerdos. Tal vez sea por eso que lo mejor de Angry Birds, la película es la historia previa creada para la versión cinematográfica.
El protagonista es Red, un pájaro rojo propenso a enojarse, que no encaja muy bien en una sociedad en la que todos los pájaros conviven en armonía. Cuando un barco con unos cerdos verdes llega a la isla en donde vive, Red sospecha que sus intenciones no son del todo amigables. Con la ayuda de sus compañeros de terapia de manejo de la ira intentará salvar ese mundo del que no se sentía parte.
Angry Birds, la película divierte en su primer tramo, dedicado a la comedia de las situaciones en las que se ve envuelto Red por su carácter y la excentricidad de los personajes que lo rodean. Sobre todo, resulta graciosa la versión en idioma original, que cuenta con las voces de brillantes comediantes actuales como Jason Sudeikis, Kate McKinnon, Josh Gad, Maya Rudolph, Bill Hader y Keegan Michael Key; además del excelente Peter Dinklage (Tyrion Lannister de Game of Thrones) poniéndole la voz a un águila, prócer de los pájaros.
La diversión y comicidad se diluyen cuando llega la parte obligatoria en la que hay que mostrar lo que pasa en el juego e incluir secuencias de acción y aventuras. Aún así los Angry Birds salen bastante airosos del desafío de pasar de ser protagonistas de un juego a estrellas de cine.