Esta fábula india, de autor anónimo, nos enseña que cuando somos previsores y pensamos más allá de lo evidente, podemos conseguir ventajas para el logro de nuestros objetivos.
Dos cuervos se desafiaron a ver cuál de los dos podía volar más alto sosteniendo una bolsita entre las garras.
Establecieron el tamaño de la bolsita, y cada uno decidiría con qué llenarla. Eso sí: estaban obligados a llenarla con algo.
El primer cuervo decidió hacerlo con algodón. De esa manera, sería tan liviana que apenas la sentiría. Ese poco peso le permitiría volar muy alto.
El día de la competencia, el segundo cuervo había llenado su bolsita de sal. El primero se mofó de él.
-Es muy pesada esa bolsa con sal, ¿estás seguro de poder cargarla? Quizás deberías repensar el contenido. Podemos suspender nuestra competencia hasta que se te ocurra una idea mejor. Soy un competidor honesto -le dijo. Estaba seguro de que ganaría.
Pero el segundo cuervo le dijo que no era necesario: estaba muy convencido del contenido que había elegido.
A los pocos minutos de levantado el vuelo, comenzó a llover. Tal como había previsto el segundo cuervo, la sal se disolvió, y su bolsita quedó vacía. El algodón del primero, en cambio, absorbió el agua, y su bolsita se volvió tan pesada que no tuvo fuerzas para seguir volando. Así, el segundo cuervo ganó la competencia más por previsor que por habilidoso.
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