La costumbre de no dar la sal en la mano está muy arraigada en mucha gente, por temor a que eso genere peleas futuras entre quien entrega la sal y quien la recibe. Se cree que es una superstición, pero lo cierto es que tiene un origen bien definido (aunque muy antiguo) y netamente práctico.
Hace muchos, muchos años (en la época del imperio romano), la sal se usaba como moneda de cambio.
En lugar de usar metales o papel moneda, la gente usaba la sal como forma de pago por mercancías de todas clases, puesto que era muy valiosa gracias a sus propiedades para la conservación de alimentos (más sobre esto en esta página sobre la historia de la economía).
Así fue que surgió la palabra salario, derivada del latín salarium, que significa "pago con sal".
Al momento de efectuar un pago con sal, dada la naturaleza escurridiza de este mineral, era común que se perdiera parte de la sal en el pase de manos. Entonces surgían las discusiones sobre quién era el que debía asumir la pérdida: el pagador o el cobrador. Por esa razón, para evitar discusiones y peleas, se adoptó la costumbre de depositar el pago en sal sobre una mesa, para que el beneficiario la tomara de allí.
Esa costumbre sobrevivió al paso de los siglos, pero al desconocerse su origen, se transformó en una superstición. Hoy en día, mucha gente evita entregar el salero en mano a otras personas para alejar cualquier posibilidad de pelarse con esa persona. Claro, siempre está el bromista que deja el salero medio destapado para que la totalidad de su contenido se desparrame sobre la comida de alguna desprevenida víctima. Esto seguramente generará peleas, aunque la sal no se haya entregado en mano.
También te puede interesar:
Son cinco... seis... siete granitos. |
En lugar de usar metales o papel moneda, la gente usaba la sal como forma de pago por mercancías de todas clases, puesto que era muy valiosa gracias a sus propiedades para la conservación de alimentos (más sobre esto en esta página sobre la historia de la economía).
Así fue que surgió la palabra salario, derivada del latín salarium, que significa "pago con sal".
Esa costumbre sobrevivió al paso de los siglos, pero al desconocerse su origen, se transformó en una superstición. Hoy en día, mucha gente evita entregar el salero en mano a otras personas para alejar cualquier posibilidad de pelarse con esa persona. Claro, siempre está el bromista que deja el salero medio destapado para que la totalidad de su contenido se desparrame sobre la comida de alguna desprevenida víctima. Esto seguramente generará peleas, aunque la sal no se haya entregado en mano.
También te puede interesar: