Conocido como "efecto Berglas" (en relación al legendario ilusionista David Berglas) es un truco que consiste en que una carta, elegida al azar, aparezca en una posición determinada (también elegida al azar) de la baraja, sin que el mago toque las cartas en ningún momento.
Hay muchos trucos de cartas parecidos al efecto Berglas, pero ninguno que reúna estas cuatro características:
1. Las cartas están a la vista antes de que el truco comience.
2. Un espectador (que no está en complicidad con el mago) nombra libremente una carta. Puede elegir libremente cualquiera de las 52 cartas.
3. Otro espectador (que tampoco está en forma alguna relacionado con el mago) elige también libremente un número entre 1 y 52.
4. Se invita a un tercer espectador (elegido al azar) a tomar las cartas y contarlas hasta el número elegido. El mago en ningún momento toca las cartas. Cuando llega al número elegido, el espectador tiene en su mano la carta seleccionada.
David Berglas, quien actualmente tiene 91 años, ejecutó el truco durante casi cincuenta años. No existe ninguna explicación que revele cómo se lleva a cabo. Se comenta que sólo el propio Berglas y su aprendiz, Marc Pablo, conocen el secreto.
Hay muchos trucos de cartas parecidos al efecto Berglas, pero ninguno que reúna estas cuatro características:
1. Las cartas están a la vista antes de que el truco comience.
2. Un espectador (que no está en complicidad con el mago) nombra libremente una carta. Puede elegir libremente cualquiera de las 52 cartas.
3. Otro espectador (que tampoco está en forma alguna relacionado con el mago) elige también libremente un número entre 1 y 52.
4. Se invita a un tercer espectador (elegido al azar) a tomar las cartas y contarlas hasta el número elegido. El mago en ningún momento toca las cartas. Cuando llega al número elegido, el espectador tiene en su mano la carta seleccionada.
David Berglas, quien actualmente tiene 91 años, ejecutó el truco durante casi cincuenta años. No existe ninguna explicación que revele cómo se lleva a cabo. Se comenta que sólo el propio Berglas y su aprendiz, Marc Pablo, conocen el secreto.