En el aniversario de la muerte de José Manuel Estrada celebramos el día del profesor, debido a que Don José Manuel fue un profesor destacado por su compromiso con la educación y con la formación ciudadana de los estudiantes.
José Manuel Estrada |
José Manuel Estrada fue uno de los intelectuales más destacados de una época en que la Argentina comenzaba su modernización, bajo la dirección de la élite denominada Generación del 80.
Eran los tiempos en que el puerto de Buenos Aires recibía miles de inmigrantes que llegaban buscando la prosperidad que sus países les habían negado. Traían a sus hijos, o éstos nacían en Argentina, creando las nuevas generaciones de una nación cosmopolita. ¿Cómo hacer para formar un país con tanta diversidad? La única salida era la educación. Había que debatir el modelo, y allí brilló el genio de José Manuel Estrada, uno de los oradores más virtuosos de su tiempo.
Con sólo 24 años, la docencia cautivó su interés y supo brindarse por entero en sus clases, a la vez que se destacaba como escritor, periodista y político, convirtiéndose en uno de los más fieles exponentes del pensamiento argentino en los inicios de aquella moderna Argentina. Sus apuntes sobre Historia de la República Argentina se transformarían luego en libro. Su prestigio lo llevó a que el propio Sarmiento lo nombrara Secretario de Relaciones Exteriores y le encargara la cátedra de Instrucción Cívica en aquel glorioso Colegio Nacional de Buenos Aires, donde ya Estrada dictaba filosofía.
Su justa fama de excelente docente y orador puede ser ilustrada con una anécdota alrededor de uno de sus más memorables discursos: transcurría el 24 de abril de 1877 cuando, exponiendo sobre la tiranía de Rosas, sacó a relucir sus excelentes virtudes en lo que terminó siendo un discurso apoteótico, donde entre otros conceptos dijo:
¡Desgraciados los pueblos que olvidan! Aquellos de cuyo corazón desaparece la memoria de sus bienhechores, como inscripciones sepulcrales que borran los vivos al pasar: aquellos de cuya conciencia desaparece el odio hacia los grandes malvados, como el fuego de una antorcha apagada en la onda abominable! ¡Demos gracias al cielo, porque sabemos glorificar a San Martín; démosle gracias porque sabemos execrar a Rosas, y levantemos al pie del altar la plegaria cristiana por todos los que resistieron a la corrupción y cayeron bajo el puñal!
Tan alto fue el impacto que causó su fenomenal oratoria que, al finalizar la conferencia, los alumnos y docentes lo siguieron en procesión por las calles de la ciudad. Cuando llegaron al pie de una estatua de San Martín, Adolfo Mitre, en nombre de los alumnos, improvisó un discurso para manifestarle a Estrada su apoyo y emoción. Los logros de este gran docente y orador consiguieron que actualmente celebremos el día del profesor en el aniversario de su muerte.
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